Economía Social (I)

La entrada que tienes ante tí ha sido escrita y cedida a la Asociación Encuentro por Francesco Garcea para que se cuelgue en este blog, la disfrutes y la puedas usar. Esta entrada se completa con la posterior, "Economía social II" que tiene el mismo título. Esperamos que como nosotros te hagas una ligera idea de lo que es esa paradoja llamada economía social.

 

 

A Marco Polo que le describe un puente, piedra por piedra,

Kublai Khan pregunta: “Cual es la piedra que sostiene el puente?”

El puente – contesta Marco Polo – no es sostenido por una u otra piedra,

sino por el arco que forman juntas

(Italo Calvino – Las ciudades invisibles)

 

Un intento de introducción a la Economía Social

En los últimos tiempos la economía está gozando de una inusual popularidad: burbuja financiera, títulos derivados, recortes y déficit ya son palabras muy utilizadas en las conversaciones en los mercados, los bares y plazas de nuestras ciudades.

Al mismo tiempo parece haber asumido una conotación negativa, como si fuera  algo impuesto por poderes ocultos para alejarnos de nuestros derechos, ambiciones, necesidades: los mercados han pasado a ser una entidad maligna y alienante. No comparto esta visión, y menos confío en la buena fe de aquellos que la propagan: los mercados siempre han sido espacios de intercambio: no solo de mercancias, sino también de saberes, informaciones, ideas; lugares privilegiados de relaciones y socialidad, especialmente en nuestra cuenca mediterranea.

Creo más bien que una cierta idea de modernidad y las corrientes de política económica dominantes en las últimas décadas hayan empujado un proceso que ha restringido los fines de la economía exclusivamente a la esfera de la producción y consumo masivo de mercancias cada vez más estandarizadas y superfluas, a la búsqueda del lucro como fin en sí mismo, dejando a  un lado todos aquellos servicios, instituciones y relaciones que son parte integrante y fundamental de la economía misma.

Aparte de las consecuencias ya suficientemente conocidas de este proceso, cuales la distribución crecientemente inequitativa de las riquezas, la insostenibilidad ambiental y social, otros efectos perniciosos han sido alejarnos de la idea que sea posible y hasta deseable ejercer un control social  efectivo sobre los mercados, y crear un rechazo generalizado hacia la economía, haciéndonos olvidar, como sostiene el economista Luigino Bruni (2006a), que la economía es demasiado importante para dejarla en las manos exclusivamente de economistas y analistas financieros: 'una sociedad mejor y mas equitativa no puede ser construida sin economía, sino a través de una economía mas equitativa y civil'.

 

La Economía Social

La Economía Social (o Economía Civil o Economía Solidaria, según el lugar del mundo) pretende rescatar y valorizar las dimensiones sociales, interpersonales y de pública utilidad de la economía y de los mercados. Esta visión no pretende tirar por la ventana los principios fundamentales de la economía tradicional, sino mas bien acrecentarlos analizando las contribuciones de la cooperación, la reciprocidad, los bienes relacionales y el capital social para el buen funcionamiento de la economía y el bienestar de la población.

Los bienes relacionales, elementos fundamentales del análisis de varios estudiosos (Martha Nussbaum, Luigino Bruni, Benedetto Guy, entre otros), están pensados como una nueva categoria de bienes, ni privados ni públicos, que desbordan en el ámbito de la sociología y de la antropología, porqué están intimamente ligados a las interacciones humanas.

Pongamos un ejemplo: el mesero que me pone el desayuno, al mismo tiempo en que me presta un servicio instrumental – a cambio de una cantidad de Euros – también eventualmente intercambia conmigo informaciones, confianza, opiniones de fútbol y política, chistes… en fin una serie de relaciones no estrictamente instrumentales que sin embargo contribuyen a la relación económica y son parte de ella en el sentido más amplio.  Si así no fuera, un bar nos daría igual que otro mientras que, a menudo y en muchos otros sectores, no es así.

El complejo tejido de relaciones no exclusivamente instrumentales sino de mútua confianza y colaboración que se construyen en una comunidad constituyen su capital social. Este capital social permite a un determinado grupo lograr mejores resultados respecto a otro grupo similar que no se rija sobre las mismas relaciones de confianza y reciprocidad: la experiencia común nos indica que las sociedades más avanzadas y que gozan de mayor bienestar a menudo son las más cohesionadas.

Los bienes relacionales según Bruni tienen algunas características peculiares:

  • identidad: la identidad de los agentes económicos es importante y cuenta. Estos no son anónimos como en las hipotesis de la economía clásica.

  • reciprocidad: los bienes relacionales pueden emerger unicámente si las acciones y las actitudes de los agentes son mútuas;

  • simultaneidad: la producción y el consumo no pueden ser separados temporalmente o logicamente;

  • emergencia: los bienes relacionales no son producidos, sino que surgen de las interacciones;

  • las motivaciones cuentan y deben ser intrinsecas, no exclusivamente instrumentales;

  • son bienes, no mercancias: tienen un valor pero no un precio.

La reciprocidad es el comportamiento prevalentemente asociado a los bienes relacionales: rompe el monopólio de la competición y permite a la cooperación surgir. La reciprocidad, en palabras sencillas, es un mecanismo a través del cual yo hago (o doy) algo en beneficio de otra persona para ponerla en condición de hacer (o dar) otras cosas a otras personas en mi comunidad, o eventualmente de hacerlas o darlas a mí (Zamagni, 2005). Por ejemplo, acompañar los hijos de un vecino a la escuela, sustituir a un cólega en apuros en el trabajo, apoyar a un nuevo trabajador en su inserción en la empresa, acompañar a un turista perdido, no son acciones que apunten a un interés personal e inmediato, pero crean un beneficio para nuestra comunidad, que indirectamente nos beneficiará en el futuro, en términos de confianza, colaboración y cohesión.

La reciprocidad es diferente tanto de una transacción de mercado, en cuanto no implica un intercambio de valores equivalentes, como de la filantropia o caridad, en cuanto no es un don incondicional, sino que pretende a cambio una respuesta, aunque a veces indirecta y no inmediata.

La economía social defiende la reciprocidad como un comportamiento perfectamente racional que contribuye a la dinámica económica junto con la competencia, y con ella convive a diario. Por ende no aspira a demonizar o eliminar la competición, más bien cuestiona la exclusión de la reciprocidad y la cooperación de la esfera de los comportamientos racionales por parte de la teoría económica clásica.

¿Acaso es mas irracional quien prefiere tomarse el desayuno en su bar, por el gusto de charlar con un mesero que conoce su nombre, gozar de una atmosfera familiar, no preocuparse si un día se le ha olvidado la cartera en casa, respecto a quien toma su desayuno solo en un bar triste donde el café es 20 céntimos más baratos?

…Continuará…


6 comentarios en “Economía Social (I)”

  1. Lidia

    Bueno, los mercados han sido espacios de intercambio positivos como tu dices pero también han sido espacio de muchas cosas más, de estafas, de robos, usurpaciones, de ambiciones, etc….No es el mercado en sí el que se ha ganado su fama, sino las personas que lo manejan, unos con más poder que otros, probablemente todos tenemos parte de responsabilidad. Pero el poder que obstentamos nos diferencia. Entiendo lo de la reciprocidad, pero no entiendo cómo podría ayudarnos eso ahora mismo, para construir un mercado y una politica mercantil más justa.  

  2. Lidia

    Ah, y eso de desconfiar de la fe de la gente que se mete con el mercado…desconfias más que de la fé de los que lo manejan?…Todas las personas no hemos estudiado economía, y puede que nos confundamos en las formas, y por eso estaría genial que hubiera más textos de esta índole en los blogs que nos enseñaran un poquito de economía, pero sabemos perfectamente diferenciar entre lo que es justo y lo que no. Por ello, empezando el texto con una crítica así, hacía las personas que estamos desmoralizadas con el mercado, corres el riesgo de que nos sintamos atacados, y por qué no, de que incluso sintamos el texto con tintes políticos que a muchos no nos representan, que es lo primero que a mi se me ha pasaqdo por la cabeza al leer..    

  3. hola Daniel036, te invito a que dejes la noticia sobre Ana Patircia Botín en el foro http://encuentrointercultural.org/blog/forum/ para poder abrir una discusión (también puede entrar tu reflexión Lidia). Además, este es un tema que yo apenas conocía y me parece muy interesante, ¿podrías aportarnos alguna reflexión tú que conoces más el tema? Gracias de antemano. Te recomiendo también que le eches un ojo al blog durante estos días porque terminaremos de colgar el trabajo que nos ha dejado Francesco Garcea. Un saludo

  4. Francesco

    Hola Lidia, muchas gracias por tomarte el tiempo de leer esta entrada y comentarla.
    Intento contestarte: sospecho que quienes quieren alejarnos de los mercados sean mas o menos los mismos individuos que los controlan actualmente: tienen todo el interés a que nos desentendamos, que rechacemos los mercados y que no nos metamos en sus asuntos.
    Porqué? Porqué saben que no sabemos vivir sin mercado, sin intercambio, con lo bueno (y lo malo, como justamente has comentado) que comporta. El problema, en mi opinión, no es mercado sí o mercado no, sino cual mercado queremos.
    Pienso que los grandes grupos financieros se preocupen poco de que les destrocen unos cuantos escaparates de sus oficinas, mientras se preocuparían mucho si los ciudadanos comenzaran a dirigir sus ahorros hacia formas de bancos éticos (www.bancaetica.it por ejemplo), bancos cooperativos, etc… o sea hacia formas de organización económica que no dejan de ser mercado, pero que representan otra posibilidad de mercado y ejemplos concretos de economía social.

  5. lidia

    Hola Francesco, muchas gracias por contestar a mi comentario. Estoy de acuerdo con lo que dices sobre el discurso, no es mercado si o mercado no, al menos de momento hasta que no haya otros modos (quién sabe, la invención humana es asombrosa). Me llama la atención el tema de las bancas éticas, soy socia de una asociación en la que utilizamos una banca ética como forma de gestión económica. No estoy muy puesta en las características específicas de estas bancas, a nosotros nos va muy bien, de momento, mejor que anteriormente con otro tipo de gestiones. Pero mi pregunta es, las bancas éticas ¿gestionan ahorros de particulares? tenía entendido que era para entidades con un fin ético determinado. Gracias de nuevo, a ver si saco otro ratito para leer tu segunda parte. Un saludo.
    Lidia  

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