Economía social (II)

La entrada que tienes ante tí ha sido escrita y cedida a la Asociación Encuentro por Francesco Garcea para que se cuelgue en este blog, la disfrutes y la puedas usar. Esta entrada es la continuación de la anterior que es: "Economía social I". Esperamos que como nosotros te hagas una ligera idea de lo que es esa paradoja llamada economía social.

Las empresas de economía social, en la práctica

Para la Confederación Empresarial Española de la Economía Social (CEPES) una empresa de economía social ‘es toda actividad económica basada en la asociación de personas en entidades que apuestan por un funcionamiento democrático y participativo, tanto en la gestión como en el reparto de los excedentes’.
El precedente quizás mas ilustre de la economía social se remonta a 1844, en Rochdale – Manchester (UK), donde un grupo de 28 trabajadores que habían quedado en paro por efecto de la crisis de la manufactura de algodón decidió fundar su propia empresa, un pequeño almacén de productos alimentarios y de primera necesidad. Lo que hacía muy especial este normal negocio era el tipo de gestión que los socios decidieron adoptar: promovieron una gestión democratica de su empresa para responder a sus necesidades comunes y repartirse equitativamente los resultados de su trabajo. Habían entendido que 'el capital, como el fuego, es un buen sirviente, pero un patrón peligroso. […] así como los capitalistas pagaban el trabajo a su precio de mercado y se atribuían todas las ganancias, el trabajo cooperativo proponía pagar el capital a su precio de mercado y atribuir todas las ganancias a los trabajadores. Sería más sabio para la sociedad y el progreso si los hombres poseyeran el capital en lugar que el capital poseyera a los hombres' (Holyoake, 1953).

Los principios fundamentales que la primera cooperativa di Rochdale adoptó fueron:

    una cabeza, un voto: independientemente del capital aportado, cada socio tenía derecho a un voto en las decisiones de la empresa

    el capital era remunerado a una tasa fija (el 5%) y era recolectado principalmente entre los socios y la comunidad local

    las ganancias eran repartidas proporcionalmente entre los socios en base al trabajo desarrollado o a las compras realizadas en el almacén de la empresa

    los productos debían ser vendidos a los precios corrientes de mercado para evitar alterar la competencia: el trato preferencial a los socios estaba garantizado a la hora de repartir las ganancias

    un porcentaje del 2,5% de las ganancias debía ser destinado a las actividades formativas y educativa

    se garantizaba el libre acceso a la cooperativa a todo socio que compartiera los principios cooperativos, independientemente de sus convicciones políticas, religiosas o sociales (el famoso principio de la puerta abierta). Además, era una de las poquísimas asociaciones donde las mujeres podían participar autonomamente e individualmente y no como esposas de los socios varones.

Estos principios se demostraron tan sólidos que hasta hoy, con muy pocas variaciones, todavía conforman el nucleo de los principios promovidos por Alianza Cooperativa Internacional (www.ica.coop).
Como es fácil deducir, cooperación y reprocidad son prácticas esenciales del trabajo cooperativo por su propia naturaleza y organización y por lo tanto las diferentes formas cooperativas son consideradas instrumentos privilegiados de la Economía Social y se considera que contribuyan mayoritariamente a la construcción de capital social y a la participación democrática en la economía.
Según CEPES, en España la economía social aglutina a 51.500 empresas, que dan trabajo a 2.400.000 personas (12,5% del empleo nacional), con una facturación que llega aproximadamente al 10% del PIB. Alrededor de 11.700.000 personas son socias de empresas de economía social (definición que incluye a cooperativas, sociedades laborales, mutualidades, fundaciones, asociaciones, empresas de inserción laboral y centros especiales de empleo).
En la actual conyuntura las cooperativas y las empresas de economía social en general han estado entre las organizaciones que mejor han resistido a la crisis, manteniendo mas que otras organizaciones el empleo, gracias a la flexibilidad laboral, a la moderación salarial y a la estabilidad que les caracteriza. La alta cohesión y comunión de intereses entre los trabajadores, que procede de su participación directa en la gestión y de la conciencia de ser dueños de sus empresas, ha permitido atenuar y redistribuir los efectos de la bajada de ingresos, conciliando las necesidades de los trabajadores con aquellas de las empresas en el mercado.
Una experiencia que otras grandes empresas tradicionales y los responsables de las políticas económica deberían mirar con mas atención, en cuanto logra a través de la participación aquella flexibilidad y estabilidad que con las normas laborales a menudo no se alcanza.

Concluyendo…
Una bonita canción italiana recita:
la libertad no es estar sobre un árbol,
tampoco es tener una opinión,
la libertad no es un espacio libre,
libertad es participación.

La participación, nos permitimos añadir, no es gratis: implica responsabilizarse para actuar en primera persona. No es suficiente conformarse con la protesta en contra de la actual economía, hace falta comprometerse con su reforma constante y siempre perfectible. Como enseñaba un gran economista italiano, Federico Caffé (2007), es más fácil pregonar radicales transformaciones y milagrosos renacimientos, sobre todo porqué son indefinidos e indeterminados y se resumen, generalmente, en una fórmula que no se sabe muy bien que significa, pero que tiene el don de un mágico efecto de convocatoria. Sin embargo la construcción de una civilización posible se basa en todas aquellas mejoras que son realizables en el inmediato y no deseables en abstracto, en la preferencia del poco al todo, de lo realizable a lo utópico, de la transformación gradual a una transformación radical del sistema constantemente postergada. En la convicción de que finalmente la progresiva difusión de las ideas se impone sobre los intereses constituidos.

Bibliografía
Bruni, L. (2006) Il prezzo della gratuità, Idee Economia – Città Nuova Editrice – Roma
Bruni, L. (2006) Reciprocità, Dinamiche di Cooperazione, Economia e Società Civile, Bruno Mondadori – Milano
Caffè, F. (2007), Scritti quotidiani (a cura di Roberta Carlini), Manifesto Libri, Roma.
Calvino, I. (1996) Le città invisibili, Oscar Mondadori, Milano.
Gui, B. (2000) Beyond Transactions: on the interpersonal dimensions of economic reality, Annals of Public and Cooperative Economics, 71 (2),139-169.
Holyoake, G. J. (1953) La storia dei probi pionieri di Rochdale; introducción de Alberto Basevi, Roma – La rivista della
cooperazione.
Zamagni, S. (2005) Per una teoria economico-civile dell'impresa cooperativa, in Verso una nuova teoria economica della
cooperazione (edited by Mazzoli, E., Zamagni, S.), Il Mulino –Bologna, 18-56.

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